viernes, 1 de marzo de 2013

El lado bueno de las cosas (Silver Linings Playbook)

O una comedia ligera

El lado bueno de las cosas (David O. Russell, 2012) gira en torno a la recurrente idea de las segundas oportunidades en la vida. Personas que por una u otra razón han caído en desgracia y se deciden a arreglar el entuerto con decisión y coraje. El director neoyorkino vuelve a hablar desde los márgenes de la sociedad como ya hiciera en The Fighter (2010), pero esta vez cambiando el drama por la comedia.
La historia narra las andanzas de Pat (Bradley Cooper), un Profesor de Historia recién salido de un psiquiátrico en el que ingresó ocho meses atrás después de apalear al amante de su esposa en un arrebato pasional al encontrarles en la ducha con las manos en la masa. La película retrata el universo psicológico de un ser traumatizado que, con el tiempo, ha convertido la reconquista y restitución de su matrimonio en el único objetivo de su vida. Al poco de emprender su reinserción social - tarea compleja dado el estado anímico del susodicho - conoce, a través de una pareja de amigos, a Tiffany (Jennifer Lawrence), una joven viuda con problemas de autocontrol semejantes a los suyos y que, en cierta manera, le sirve de espejo a pesar de esa negación inicial propia del que cree estar en perfecto estado o necesita creerlo para soportarlo.

Cierto es que esa naturaleza condenatoria con que Russell describe a la sociedad actual nos retrata, y la inclusión de estas vidas "anormales" en un contexto de "normalidad" asumida nos hace partícipes de ese juicio general. El seguimiento exhaustivo de las peripecias y las motivaciones de estos dos seres poco convencionales que se sentencian de manera extrema pero no se permiten juzgarse, que se rechazan artificialmente desde la comprensión más absoluta, que no se atienen a reglas de cortesía elementales sino que las transgreden impulsivamente, provoca en el espectador una violación placentera de sus roídos usos y costumbres, y por tanto, una empatía instantánea con los personajes.

Pat (Bradley Cooper) y Tiffany (Jennifer Lawrence)
He de reconocer que profesaba una antipatía infundada hacia Bradley Cooper - a veces pasa, sin razón aparente - y no tenía muchas esperanzas en Jennifer Lawrence - el prejuicio otra vez, tan omnipresente como el juicio - pero el trabajo y la química de ambos en pantalla es sencillamente estupendo. La cinta, entre otras virtudes, está genialmente interpretada, no sólo por la pareja protagonista sino por una gama de secundarios de lujo entre los que destaca un Robert De Niro reinventado, en cierto modo, en una etapa de su carrera en la que ya se venía haciendo prácticamente imposible desvincular al personaje particular de cada filme con el personaje cinematográfico del imaginario colectivo. No azuzaré aquí el eterno debate entre la versión original y el doblaje, pero tampoco me haré cargo de los matices que se pierdan por el camino en la versión castellana. Basta con ver el trailer español para darse cuenta de que a Cooper y Lawrence les han amputado gran parte de la gracia y la extravagancia que destilan sus voces originales. 
La dirección es acertada y el montaje está muy conseguido, logrando un ritmo que no decae a lo largo de todo el metraje cabalgando sobre un guión ágil que, aunque redundante a ratos, no resulta pesado.

No obstante, no todo es miel sobre hojuelas, claro. En mi opinión la historia flojea en su tramo final, un tanto tópico y previsible, si bien es cierto que en un género tan sobado y dañado en la actualidad como la comedia romántica, los lugares comunes son inevitables y cuando el conjunto lo merece, perfectamente perdonables.
Acusarla de poco realista me parece fuera de lugar. La comedia juega a desfigurar la realidad conscientemente para generar en aquellos pilares dramáticos sobre los que se asienta, una distorsión suficiente como para hacer que el gag funcione. Si alguien quiere realismo que intente imaginar cómo sería destensar esa goma y se encontrará con las tragedias de estos personajes y sus familiares. Si evitamos el recelo que nos despierta generalmente el aplauso de la gran industria y nos centramos exclusivamente en el producto, anularemos gran parte de ese prejuicio que tanto pesa y que tan atinadamente detona David O. Russell en esta cinta.

Si andas buscando un viaje de infelicidad y pérdida probablemente ésta no sea tu película. Si lo que te apetece es una comedia ligera, bien hecha y alejada de los derroteros de trivialidad y estupidez que ha tomado el género en los últimos años, siéntate y disfruta.

Sus defectos no pueden competir contra una absurda cena de cereales y té.


Bradley Cooper es Pat
Jennifer Lawrence es Tiffany
Robert De Niro es Pat Sr.
Jackie Weaver es Dolores

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